miércoles, 4 de mayo de 2016

Refugio de emergencia

Ubicándose en todo terreno, materializándose en un container, la practicidad de una vivienda es ideal en casos de desastres naturales. Por lo tanto, un objeto arquitectónico que pese a que se sostiene completamente sobre la tierra, aísla a su residente de los problemas que causa esta misma, ayudándolo a subsistir hasta finalmente reponerlo. Y es que, después de cualquier clase de problema, la mejor solución es mirar hacia adelante. Por eso, esta vivienda está diseñada no sólo para ser temporal, sino para que los afectados puedan desarrollar el resto de su vida entorno a ella.

Trabajando sobre esta noción, se plantea acoger las vidas de 4 individuos en el contenedor, con el objetivo de regenerar su salud física e interior a través de unidades con distintas funciones: cocina y baño formando la zona húmeda, el dormitorio destinado a ser un área de reposo, y un espacio semi-abierto que hace sentir mejor al residente con su comodidad.

La practicidad de la vivienda no sólo se manifiesta en la multifuncionalidad de sus muebles, sino en su aspecto de objeto en sí mismo. El objeto es fácil de asentar, y aumenta su área desplegando un espacio. Y el objeto enseña a sus residentes a ser autosuficientes. El techo del container se reviste de paneles solares produciendo su propia energía, su proprio alimento, y el alimento de los individuos que acoge por medio de jardineras.

Esta autosuficiencia aísla al container del territorio en crisis, elevándose en pilotes, configurando su propia ventilación mediante vanos que poseen láminas de vidrio blindadas, o reforzando sus muros de metal con paneles a base de madera en su interior. Aún así, el objeto se contradice y rompe su aislamiento desplegando el espacio semi-abierto, apoyándolo sobre la tierra. Y es que el objeto no evita la relación que tiene con la tierra en desastre, enseñándonos una vez más afrontar nuestros problemas sin evitarlos.

 

 







 
 

 
 

 
 






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